Hay una cosa, al menos una, en la que Aintzane Méndez no se parece a su mamá vasca: a la hija sí le gusta volar; le gusta estar entre las nubes, lo que hace muy a gusto y, casi siempre, como consecuencia de su trabajo de médico del Servicio de Urgencias Canario (SUC), como parte integrante del equipo del helicóptero con base en el aeropuerto del Sur de Tenerife.
“Hay servicios que me quitan el sueño”
El desempeño profesional de Aintzane Méndez obliga a tener en el recuerdo una secuencia amplia de desgracias, y también, aunque parezca mentira, de alegrías. Aintzane prefiere hablar de las cosas que salen bien, que no es persona de recordar lo malo ni de rescatar imágenes vividas en la intimidad del médico y de las personas que atienden en situaciones de extrema urgencia (“todos muy buenos compañeros”), muchas veces al límite, entre la vida y la muerte. En este espacio, cuando llegas, sólo estás para inclinar la balanza hacia la vida. Para Aintzane este panorama forma parte de su vida y es muy consciente de ello. Lo asume. No queda otra, y le gusta. Pero como siempre se dice, los grises también existen, y gris es la magia de las nubes, el helicóptero que las sortea, cuando están, y la necesidad de llegar a toda prisa para tener más opciones de acertar. La vida laboral de Aintzane tiene más pulsaciones cuando se activa con urgencia desde el 1-1-2, y está muy ligada a un aparato con aspas y que vuela. En su trabajo, como asegura, “hay que saber tomar las decisiones, que deben ser muy rápidas”, y hay que estabilizar a los heridos graves “lo antes posible y lo mejor posible”… Pero hay más: cuando algo sale mal, “el servicio te quita el sueño durante un mes”, e incluso “algunas respuestas emocionales del entorno de la víctima”. Y luego tienes la amenaza continua de tanto tendido eléctrico, pero ésta es otra historia.
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